Muchas veces se confunde el miedo con la prudencia. La prudencia es buena y evita que cometamos errores por precipitación. La precipitación es siempre mala, equivale a conducir sin volante y por lo tanto no se tiene el control de nuestros movimientos. Con precipitación es fácil estrellarse por una falta de dirección o por una aceleración desproporcionada.

Ahora bien, la prudencia cuando atenaza y bloquea las decisiones, podríamos decir que es miedo e incluso puede degenerar a un terror irracional. El miedo no es bueno, nos paraliza, evita que pensemos con claridad y nos deja parados expuestos ante el peligro.

Os animo a ser prudentes, no temerosos

Estos conceptos tan básicos de la vida son claramente aplicables al ámbito empresarial. Nos encontramos día a día empresarios temerosos con la situación actual que los expone aun más a los peligros que hay ahí fuera.

La valentía obtendrá sus frutos empresariales. Animaros a lanzar vuestros proyectos. Es el momento.